LA incomprensible falta de autocrítica por parte del secretario (que no líder) regional de los socialistas lleva camino de convertir el fracaso del domingo en fuente de conflictos internos.
Setenta y dos horas después de las elecciones del pasado domingo, Villalba salió ayer a la palestra para decir: 1) Que su partido «no ha conseguido el objetivo» de ganar (o sea, una obviedad); 2) que ha logrado que el PSOE «crezca y esté más coordinado» (un desatino; el procurador de más, por Valladolid, solo podía ir al PSOE; si se descuidan un pelín, se lo quita IU); 3) que nadie le pidió ganar, «sino convencer a la sociedad de que el cambio es posible» (un despropósito en boca de un candidato que se ha pasado la campaña haciendo quinielas en las que decía que gobernaría); 4) que «todavía hay una brecha entre el PSOE y la sociedad» (segunda obviedad; según el resultado hay un abismo, no una brecha); y 5) que «es tiempo de pensar y ganar las elecciones generales» en Castilla y León (un sueño: si alguien en el PSOE puede ganar las generales en Castilla y León no va a ser él).
Para decir todas esas cosas ha necesitado tres días, tres, aunque una de ellas sí merece mayor reflexión. Es esa frase con la que Villalba justifica la derrota : «Nadie me ha exigido en esta convocatoria ganar». Si no se estuviera viviendo esta situación dentro del PSOE regional como una tragedia, cabría preguntarse: ¿Es que si se lo hubieran pedido, sí habría ganado? Pero como el asunto es serio, solo necesita autocrítica, mucha autocrítica.
Setenta y dos horas después de las elecciones del pasado domingo, Villalba salió ayer a la palestra para decir: 1) Que su partido «no ha conseguido el objetivo» de ganar (o sea, una obviedad); 2) que ha logrado que el PSOE «crezca y esté más coordinado» (un desatino; el procurador de más, por Valladolid, solo podía ir al PSOE; si se descuidan un pelín, se lo quita IU); 3) que nadie le pidió ganar, «sino convencer a la sociedad de que el cambio es posible» (un despropósito en boca de un candidato que se ha pasado la campaña haciendo quinielas en las que decía que gobernaría); 4) que «todavía hay una brecha entre el PSOE y la sociedad» (segunda obviedad; según el resultado hay un abismo, no una brecha); y 5) que «es tiempo de pensar y ganar las elecciones generales» en Castilla y León (un sueño: si alguien en el PSOE puede ganar las generales en Castilla y León no va a ser él).
Para decir todas esas cosas ha necesitado tres días, tres, aunque una de ellas sí merece mayor reflexión. Es esa frase con la que Villalba justifica la derrota : «Nadie me ha exigido en esta convocatoria ganar». Si no se estuviera viviendo esta situación dentro del PSOE regional como una tragedia, cabría preguntarse: ¿Es que si se lo hubieran pedido, sí habría ganado? Pero como el asunto es serio, solo necesita autocrítica, mucha autocrítica.
1 comentario:
Enhorabuena por el artículo... lo suscribiría de la A a la Z.
Muy certero.
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